SOLIDARIDAD OBRERA.


Solidaridad con los trabajadores inmigrantes.
Una vez mas los medios de comunicación nos demuestran como los empobrecidos y los miserables de la Tierra en vez de ser dignos de toda nuestra solidaridad, siguen siendo criminalizados y perseguidos.
Tod@s aquell@s trabajadores inmigrantes que hacen miles de kilómetros, jugándose la vida, muchos se quedan en el camino, para conseguir trabajar en un empleo más digno, se encuentran a pocos kilómetros una barrera, un verdadero telón de acero, una muralla de la vergüenza, custodiada por los dos lados por policías nacionales españoles y marroquíes, que hace infranqueable el poder mejorar su vida como cualquier trabajador y muestra que el castillo feudal puede esconder maravillosas oportunidades.
Espera que mas allá de la fortificación y del mar, pueda conseguir lo que minimamente busca cualquier trabajador, un empleo de donde pueda vivir el y sus hijos, al estilo de cómo lo venden las televisiones que le llegan a su vista. Con todo el consumismo que publicitan. El estilo de vida mercantilista que hace envidiar a la mayor parte del mundo tal como lo vende la televisión.
Por buscar esta meta, arriesgan su vida, son reprimidos por todas las policías que encuentran a su paso, si los pillan en Marruecos, los expulsan a Argelia, si los pillan allí, se los devuelve a estos. Si consiguen pasar la alambrada de la vergüenza, y son atrapados, los meterán en centros para inmigrantes, encarcelándolos como delincuentes, con un régimen de vida todavía peor que las cárceles, hasta que les llegue la hora de expatriarlos a su país o a saber donde.
Pero el Estado español, como gendarmes de la Unión europea en el estrecho, tiene que hacer el trabajo sucio evitando todo lo posible que no pisen tierras en la Unión Europea; para así, no tener que molestarse en confinarlos, por eso que mejor que utilizar terceros países con regímenes dictatoriales como Marruecos, Mauritania, que no tienen duda alguna que todo vale para tener contentos a sus aliados europeos y así, poder seguir siendo legitimados y subvencionados por estos.
Con este plan, nuestros hermanos trabajadores subsaharianos, deambulan en la miseria y clandestinidad buscando el momento de poder pasar al otro lado del muro. Y llegó el momento, estas lluvias dieron lugar a inundaciones, como agua bendita que arrasa con el mal, se llevó por delante aquello que le impedía una vida, al estilo europeo.
No podían dejarlo pasar, organizados con lo que podían en andanadas buscan atravesarla. Claro está, el gobierno llamado socialista obrero del Estado español, no escatima recursos en suministrar fuerzas armadas para evitar cualquier entrada, y si es necesario usar las armas.
Aun así, cuando la desesperación abruma todo el ser, se echa un órdago y se arriesga a por todas, a pesar de tener que enfrentarse a las armas, a los infrarrojos espías, aviones, helicópteros… que en tanto invierte el gobierno con nuestros impuestos para reprimir y menos para evitar el empobrecimiento y el hambre.
Pero que bien saben dar la vuelta a la tortilla, y mostrar a estos trabajadores urbanos y rurales como enormes enemigos, crueles y violentos, contra los que no pudieron hacer nada la guardia civil ni la policía, los cuales, armados hasta los dientes con nuestros impuestos, no dudan en disparar cuando les parece contra hombres desarmados, con su única fuerza, la de la ilusión por una vida mejor.
Por esta lucha por la vida, acusan a nuestros compañeros, los trabajadores del otro lado del mar de delincuentes, mientras que aquellos que cobran por disparar a seres humanos por buscarse la vida y aquellos que les mandan los ensalzan como defensores de la democracia y los derechos humanos.
Vergüenza tenía que dar al señor, presidente de Melilla, denunciar a estos trabajadores inmigrantes por su violencia, la de los empobrecidos de la Tierra, mientras él está siendo ejecutor y cómplice de los desmanes y el abuso de poder de las fuerzas armadas, ayudando a hacer “cacerías” por los barrios y los montes de su ciudad autónoma para atrapar al “negro andrajoso”.
No podemos olvidar nunca, ni dejarnos engañar por mucho que quieran manipularnos. Debemos tener claro, quienes son los opresores y quienes los oprimidos.
Cómo trabajadores zamoranos, que además tenemos mucho historial y mucha actualidad de emigración al extranjero o hacia las grandes ciudades ante la imposibilidad de poder trabajar en nuestra tierra, debemos solidarizarnos con aquellos obreros y campesinos que luchan para vivir toda su familia. Cuantas familias que quedan en su pueblo esperando saber de su hijo, nunca podrán saber a ciencia cierta si fueron abandonados por el egoísmo enriquecedor de la tierra prometida de Europa o murieron en su intento, en el desierto o en el fondo del mar.

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