LA SITUACIÓN ACTUAL: CRISIS RURAL Y LUCHAS CAMPESINAS
LA SITUACIÓN ACTUAL
El proceso de cambio
que se ha explicado brevemente, presenta una clara tendencia a la
entrada y afianzamiento del capitalismo en el sector agrario.
Sin embargo, la
producción agraria tiene unas características muy distintas a Tas
de otros sectores y, por ello, la forma en la que el capitalismo se
ha desarrollado ha sido diferente a la de la industria u otros
sectores. Por supuesto, eso no quiere decir que en el campo no se
cumplan las leyes del capitalismo. Este, siempre y en cualquier
lugar, va buscando el máximo beneficio individual y explotando a las
personas que participan directamente en la producción (en el sector
agrario, pequeños agricultores y jornaleros agrícolas).
Los cambios
producidos en la agricultura han adoptado formas distintas en cada
región, dependiendo del tipo de cultivos y del diferente predominio
de las distintas estructuras productivas (latifundio-minifundio...).
Por otro lado,
aunque el proceso de cambio ha supuesto en lo fundamental el paso de
la contradicción minifundio-latifundio (propia de relaciones de
producción pre-capitalista) a la contradicción capital-trabajo
(propia del predominio del modo de producción capitalista), no ha
afectado de la misma forma a la pequeña explotación familiar que a
la gran explotación tradicional.
Explotación
familiar
El desarrollo
capitalista en el campo no ha supuesto la desaparición del
minifundio, sino su transformación. En unos casos, el minifundio se
ha convertido en una explotación con trabajo familiar. en la que
algún miembro de la familia complementa los ingresos de la
explotación trabajando fuera (explotación familiar a tiempo
parcial).
En otros casos, el
minifundio se ha transformado en una explotación familiar que ha
entrado de lleno en la competencia del mercado, modificando sus
técnicas de producción e integrando los objetivos y criterios de
gestión propios de la empresa capitalista. A este tipo de
explotación se le podría llamar «familiar capitalista”. Por
último, algunos minifundios no han cambiado apenas su estructura.
Estos tres tipos de
explotación representan distintos grados e intensidades en la
transformación del antiguo minifundio y, por ello, los englobaremos
bajo el nombre de «explotación familiar».
El proceso de
transformación del minifundio ha supuesto varias cosas.
I. El pequeño
agricultor tradicional, que antes tenía como objetivo primordial
asegurar la subsistencia de la familia produciendo para consumir,
ahora produce pata vender en el mercado.
El pequeño
agricultor se ve obligado a vender por una serie de motivos; entre
ellos, hacer frente a los gastos crecientes que la introducción de
nuevas técnicas exige (abonos, semillas, herbicidas, piensos,
maquinaria, etc...).
También necesita
dinero para atender a las nuevas necesidades de consumo impuestas por
el desarrollo industrial (coche, electrodomésticos, televisor,
etc.). Para conseguir cubrir estas necesidades de dinero sólo tiene
un medio: vender productos de su explotación en el mercado.
En resumen, la
explotación familiar ha pasado de una situación de total
independencia a otra, en la que se ve sometida a las tensiones del
mercado.
2. Por otra
parte, la explotación familiar necesita y permite, a la vez. el
desarrollo de las industrias agrarias y de las empresas de
comercialización. Es evidente que para las casas de maquinaria.
abonos, etc., es más interesante que la producción esté dispersa,
que muy concentrada. Su volumen de ventas aumenta y los beneficios
también, ya que los precios que pueden imponer a los pequeños
productores aislados son más elevados. Lo mismo ocurre con las
fábricas de transformación y comercialización de productos
agrarios.
3. La
explotación familiar necesita emplear al máximo su trabajo. Para
ello debe aumentar el tamaño de su propiedad. Como consecuencia, el
pequeño agricultor arrienda o compra tierras que,
en muchos casos,
pertenecen a los que han emigrado. El número de compra ventas y
arrendamientos de tierra es por tanto, ahora mucho mayor que antes.
Perspectivas futuras
de la explotación familiar
Las
tendencias más acusadas en este sector podríamos tipificarlas así:
1. Tendencia a
que el productor individual vaya perdiendo la propiedad real de sus
medios de producción.
Esta tendencia es
consecuencia de la imposibilidad de hacer frente a los elevados
costes de las técnicas modernas. Al no poseer dinero suficiente, el
agricultor debe recurrir al crédito y se endeuda progresivamente. Y
es probable que cuando haya acabado de pagar el crédito, tenga que
reponer el equipo, con lo cual siempre estará metido en créditos y
nunca acabará de ser propietario real de sus medios de producción.
2. Tendencia a
un crecimiento continuo de la productividad e intensificación
consiguiente del trabajo familiar.
El pequeño
agricultor debe producir cada vez más para poder sobrevivir y
mantener sus rentas: esto lo consigue a base de explotarse a sí
mismo y a su familia, trabajando una jornada más prolongada e
introduciendo nuevas técnicas para aumentar la productividad del
trabajo familiar.
3. Tendencia a
la perdida de poder adquisitivo del pequeño agricultor.
La situación del
pequeño y medio agricultor va empeorando año tras año, ya que los
precios de lo que vende suben poco, mientras que los precios de lo
que compra crecen sin cesar. La consecuencia de este proceso es que
las rentas de la explotación no aumentan o incluso disminuyen, con
lo cual el pequeño agricultor pierde poder adquisitivo y su nivel de
vida es relativamente peor cada día. Las rentas de estos
agricultores son. a veces, inferiores a las de un obrero industrial.
La disminución de
la rentabilidad en muchos casos se da tanto en la pequeña
explotación como en la grande. En esta, sin embargo, las
posibilidades de defensa son mayores.
4. Por último,
es importante destacar que los cambios producidos en la agricultura
han provocado una tendencia de los pequeños agricultores a
convertirse en auténticos asalariados (trabajadores por cuenta
ajena).
Este proceso adopta
formas distintas, pero se pueden señalar tres como las principales:
• La
emigración, que ha convertido a los pequeños agricultores en
asalariados de otros sectores.
• Agricultura
a tiempo parcial. El agricultor comparte el trabajo en su explotación
con otro en la industria, servicios o incluso en la misma agricultura
como asalariado.
• Integración
vertical en empresas. El agricultor se convierte en un “asalariado
a domicilio” de las fábricas de transformación y comercialización
de los productos agrarios.
Gran exploración
Frente al antiguo
tópico del latifundio absentista e improductivo, ya en la época de
la agricultura tradicional las grandes explotaciones conocían el
juego del mercado y producían para vender, buscando la máxima
rentabilidad.
Sin embargo,
mientras en la agricultura tradicional las grandes explotaciones
dominaban y controlaban el mercado, hoy en día no se puede decir lo
mismo. Actualmente, las grandes explotaciones no controlan, en la
mayoría de los casos, los canales de comercialización, sino que
están dependiendo -lo mismo que las pequeñas- de monopolios de
comercialización y transformación de productos agrarios.
Los cambios más
importantes que se han introducido en la gran explotación son los
relativos a la forma de producir. La mecanización se ha desarrollado
muy ampliamente, introduciéndose, además, modernas técnicas de
cultivo; esto ha supuesto un aumento importante de la productividad y
ha permitido pasar de una situación en la que muchas grandes
explotaciones estaban parceladas y cultivadas por colonos
individualmente (ya que los medios de producción utilizados —mulos,
arados, etc.—, eran de uso individual), a otra, en la que la gran
explotación se cultiva sin parcelar y con asalariados para
aprovechar las ventajas de la mecanización (al ser los medios de
producción actuales —cosechadoras, tracción mecánica, etc.— de
uso colectivo). Esto se cumple especialmente en aquellas
explotaciones con cultivos de fácil mecanización.
Al proceso hay que
sumarle una intensa transformación en cuanto a la utilización de
nuevas variedades de semillas y productos fitosanitarios, aplicando
las técnicas más avanzadas (tratamientos aéreos, etc.). Asimismo,
en estas explotaciones, los servicios se han desarrollado
profundamente con la instalación de talleres de maquinaria,
secaderos de grano, cámaras frigoríficas, etc.
Puede decirse que la
gran explotación ha pasado de forma gradual, y con distinta
intensidad, según las zonas, a la nueva empresa agraria capitalista;
dicho de otro modo, se ha desarrollado un proceso de afianzamiento de
las formas de producción capitalista en la gran propiedad. Otra
cuestión distinta es que estas empresas hayan buscado la máxima
rentabilidad sin complicarse la vida y sin correr riesgos, basando
sus beneficios en cultivos fáciles y con precios asegurados.
Otro cambio
interesante a destacar es la aparición de lo que podría denominarse
«la gran explotación especulativa». En ella, el propietario tiene
en cuenta en el análisis económico, los beneficios potenciales que
se derivan del aumento del valor de la tierra. Esto explicaría que a
estos propietarios no les importe obtener una baja rentabilidad en la
producción, o incluso pequeñas pérdidas. contando con el continuo
aumento del valor de la finca.
Como antes decíamos,
la entrada del capital en la agricultura se ha producido más
claramente en aquellos sectores con mayor rentabilidad y escaso
riesgo y que son principalmente:
• Industrias
de materias primas y medios di producción necesarios para la
agricultura (Fábricas de abonos, herbicidas, insecticidas, piensos,
maquinaria, etc.).
• Fábricas de
transformación y comercialización de productos agrarios (fábricas
azucareras \ de aceites de semillas; cenitales lecheras; conserveras
de productos de huerta; mataderos industriales e instalaciones de
cámaras frigoríficas, etcétera).
• Redes de
comercialización de productos agrarios. Aquí están comprendidos la
mayoría de los intermediarios, y especialmente, las empresas que
dominan el sector del comercio internacional, controlando las
exportaciones e importaciones va obteniendo grandes beneficios.
Desde que el capital
ha invadido el sector agrario se va tendiendo a una concentración
del poder económico en pocas manos. De esta forma, una buena parte
de las principales empresas de productos para el campo, así como de
las industrias de transformación y comercialización de productos
agrarios, fueron pronto controladas por grupos monopolistas, en
muchos casos ligados a los intereses extranjeros de las empresas
multinacionales.
De este modo, los
agricultores pequeños, medianos y grandes, se encuentran cogidos
entre dos frentes, controlados en gran parte por los grupos
monopolistas: las empresas a las que tienen que comprar los medios de
producción (abonos, piensos, herbicidas, etc.), y los intermediarios
y fábricas de transformación y comercialización a las que tienen
que vender sus productos. Es evidente que en esta situación, los más
perjudicados e indefensos son los pequeños agricultores.
La entrada de
capital en la fase de producción también se ha dado, aunque con
menor intensidad. Ello se debe, sobre todo, a que en este caso los
riesgos son mucho mayores, mientras que la rentabilidad es, en
general, menor, salvo en el caso de algún cultivo muy concreto.
Por otro lado, a
pesar de que en los últimos tiempos se aprecia una creciente
tendencia a pasar de la gran explotación tradicional a grandes
empresas capitalistas agrarias, lo que no se observa es un proceso de
concentración de la tierra en pocas manos.
Ello es consecuencia
del régimen y estructura de propiedad existente y del elevado precio
de la tierra, desproporcionado respecto a los beneficios que de ella
se obtienen. Como resultado, la cantidad de capital necesario para
organizar la producción es muy elevado y la rentabilidad de esta
inversión, dudosa.
Sin embargo, sí se
ha dado en los últimos años, como consecuencia de la gran inflación
y la tan comentada crisis económica del país, la compra.
Así como en las
industrias de comercialización y transformación de producios
agrarios y empresas de abonos, piensos, etc., se puede hablar en
muchos casos, de grupos monopolistas que las controla», en cambio no
se puede hablar de que existan «grupos monopolistas» que controlen
la propiedad de la tierra.
de fincas por parte
de Bancos, empresas industriales y también grandes agricultores.
Esto tiene ;u explicación en que es una forma segura de invertir sus
rentas y beneficios, sabiendo que la tierra, en relación a otros
bienes, aumenta de valor continuamente. En cualquier caso, esta
tendencia parece poco importante y, por tanto, es difícil que se
generalice. La inversión en compra de fincas no es muy elevada,
sobre todo si la comparamos con la inversión en industrias de
transformación y comercialización de productos agrarios.
Política agraria
La política agraria
actual se ha orientado a mantener y reforzar las transformaciones que
se produjeron en la anterior etapa. Quizás la única variación que
debe añadirse es la elaboración de una serie de medidas para lograr
la clasificación de los mercados de productos agrarios. Así,
destacamos la regulación conjunta de las campañas, la creación de
las A.P.A. (Asociación de Productores Agrarios), y MERCORSA (Empresa
para la creación de mercados en origen).
Un último aspecto a
señalar es la deficiente política agraria de importaciones y
exportaciones. En muchos casos, esa política ha creado situaciones
de conflicto, ya que generalmente perjudica los intereses de los
campesinos.
Conclusiones
Muchos pequeños
agricultores necesitan tierra para aumentar el tamaño de su
explotación y así poder mecanizar y emplear nuevas técnicas. Los
trabajadores agrícolas también piden tierra para poder trabajar y
no seguir parados.
Sin embargo, aunque
la tierra sigue siendo hoy necesaria, ya no es tan importante como
antes. A los campesinos de nada les vale tener hoy tierras si no
controlan la comercialización de sus productos. si no tienen dinero
pina invertir, etc.
Cuando en la
agricultura no se había producido el desarrollo capitalista, poseer
tierras lo era todo; la tierra aseguraba la subsistencia de la
familia campesina. Pero hoy en día, la tierra por si sola no asegura
nada y por tanto, su importancia ha disminuido.
Actualmente, para
muchos agricultores pequeños y medianos, la tierra es una pesada
carga, más que un seguro de vida.
El desarrollo
capitalista ha provocado una serie de cambios profundos en todo el
sector y que pueden resumirse diciendo que cada vez, un mayor número
de personas que trabajan en la agricultura pasan a una situación de
dependencia y subordinación a los intereses del gran capital.
Todo ello implica la
existencia de nuevos condicionantes que afectan claramente a la
situación de los agricultores, por un lado, y de los trabajadores
agrícolas, por otro.
En el caso de los
pequeños y medianos agricultores se ha acelerado el proceso de
integración en el mercado, lo cual les lleva a que, incluso sien do
propietarios, sus decisiones ya no las pueden tomar libremente. Para
aumentar su nivel de vida, deben conseguir precios más altos,
enfrentándose para ello con las fábricas de transformación y
comercialización de los productos agrarios.
En el caso de
productos con precios regulados, los campesinos tienen por delante el
difícil obstáculo de la Administración, que fija unos precios
ruinosos para sus productos. También tienen que enfrentarse a los
monopolios de materias primas ;abonos, semillas selectas, piensos,
etc.).
Y a pesar de que en
las luchas por los precios pueden estar juntos pequeños y grandes,
el significado de la lucha es distinto. Para los pequeños es la
remuneración de su trabajo y su nivel de vida lo que está en juego:
en cambio, para los grandes, es el nivel de beneficios empresariales
y la remuneración al capital.
Por otro lado, en
algunos casos los grandes propietarios están ligados a los grupos
monopolistas que controlan las industrias agrarias.
En el caso de los
obreros agrícolas, se ha extendido la lucha por los convenios para
mejorar sus salarios y condiciones de trabajo. A la vez, como
consecuencia del aumento en estos últimos años del número de
parados y del crónico paro estado estacional se han agudizado las
luchas por estos motivos. En ellas se exige la reforma de la
Seguridad Social Agraria para que cubra partes de este paro y también
la expropiación de las grandes fincas cultivadas o cuyos recursos
estén claramente desaprovechados.
En resumen, puede
decirse que, como consecuencia de los cambios producidos, se
configuran varias categorías sociales: trabajadores agrícolas;
pequeños y medianos agricultores; grandes agricultores, y
monopolios.
Es necesario
resaltar, por último, cómo entre los pequeños agricultores y los
trabajadores agrícolas hay intereses comunes, que ellos mismos
reconocen e intentan reforzar. Desde que el capitalismo se ha
desarrollado en la agricultura, estos dos grupos aparecen como el más
antiguo y el mas reciente en el proceso de subordinación del trabajo
al capital.
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