LA FEMINIZACIÓN DEL PATRIMONIO LINGÜISTICO.

En muchos estudios filológicos del asturleonés, de comarcas y localidades, se refleja visiblemente en la cuestión clasista de la pervivencia del asturleonés, pues se ve claramente que la clase campesina y rural son los que conservaron y conservan con vitalidad las hablas tradicionales vernáculas.
Pero, el nuestro patrimonio lingüistico no solamente está marcada por el abandono en su uso por las clases dirigentes, las cuales siempre a diferencia de otras regiones, pretendieron dejarse llevar por la línea que marcaba el poder del rey y su Administración central, quienes al ser estos los alfabetos, la liquidaron prácticamente de cualquier manifestación escrita en nuestra provincia.
Todo esto, propiciaba junto con la propaganda en las instituciones educativas, una progresiva estigmatización de las hablas tradicionales, considerándolas marginadas para “ambientes sociales” de campusinos y rurales.
Estos siendo la base de la estructura social, hacia la cual se le obligaba normativamente en deberes y en escasos derechos, eran la base explotada de la sociedad.
Entre esos deberes fundamentales a los que se obligaba a los hombres campusinos, eran el abandonar su pueblo, su familia y su jera, para hacer el servicio militar. En esta salida, muchos de ellos asimilaban acriticamente el habla que imponía la administración incluso se alfabetizaban en este periodo de tiempo; los cuales al volver al pueblo pretendían imponer el “bien hablao” y hacer olvidar la fala tradicional.
Uno de los derechos que empezó a existir en los pueblos, fue la escuela rural, en la que principalmente iban los niños, mientras que las niñas, dentro de una sociedad culturalmente patriarcal, a penas, la pisaban y desde muy pequeñas realizaban las jeras caseras y el cuidado de otros herman@s.
También una de las razones por las que el efecto de la administración educativa impositora de la lengua estatal, y excluyente a la llengua tradicional como vulgar, germinó más entre los niños rapaces.
Junto a esto, también, los homes rurales en una sociedad patriarcal, eran los cabezas de familia que trataban y negociaban con la administración, y las personalidades con más influencia social, quedando quizás al margen los asuntos religiosos, que los cuidaba la mujer.
Estos son las mínimas muestras, de cómo una sociedad patriarcal, hacía también la función de arrinconar una llengua no solamente en la clase campusina, sino dentro de ella, a las muyeres campusinas y rurales.
Esto mismo, produce la identificación del patrimonio lingüístico con la opresión de la mujer en una sociedad patriarcal y machista.
Bien lo saben los filólogos, que al entrar en un pueblo para estudiar su habla, buscan como entrevistados principalmente a las mujeres, que normalmente son las que no salían del pueblo excepto en casos excepcionales de enfermedad, y que están menos influenciadas por la política lingüística y educativa de la administración, y que sufrieron a su vez, mayormente el analfabetismo y el abandono como sujeto activo y pasivo, en los asuntos sociales y políticos.
Para acabar quisiera agradecer y homenajear a las nuestras muyeres la riqueza llingüística que conservan con cariño y usan con amor. Son realmente el puntal fundamental de nuestra biblioteca cultural tanto local, comarcal, regional y universal, aunque ellas no se lo reconozcan.
Desgraciadamente, la lucha feminista nunca tuvo ni tiene cercanía con las características culturales de nuestra provincia, que pervivía principalmente en las muyeres rurales.
Guardianas de nuestro patrimonio lingüístico, no lo llevaron a la política activa, la exigencia orgullosa de nuestros y sus derechos civiles, sociales y culturales.
Pero, el nuestro patrimonio lingüistico no solamente está marcada por el abandono en su uso por las clases dirigentes, las cuales siempre a diferencia de otras regiones, pretendieron dejarse llevar por la línea que marcaba el poder del rey y su Administración central, quienes al ser estos los alfabetos, la liquidaron prácticamente de cualquier manifestación escrita en nuestra provincia.
Todo esto, propiciaba junto con la propaganda en las instituciones educativas, una progresiva estigmatización de las hablas tradicionales, considerándolas marginadas para “ambientes sociales” de campusinos y rurales.
Estos siendo la base de la estructura social, hacia la cual se le obligaba normativamente en deberes y en escasos derechos, eran la base explotada de la sociedad.
Entre esos deberes fundamentales a los que se obligaba a los hombres campusinos, eran el abandonar su pueblo, su familia y su jera, para hacer el servicio militar. En esta salida, muchos de ellos asimilaban acriticamente el habla que imponía la administración incluso se alfabetizaban en este periodo de tiempo; los cuales al volver al pueblo pretendían imponer el “bien hablao” y hacer olvidar la fala tradicional.
Uno de los derechos que empezó a existir en los pueblos, fue la escuela rural, en la que principalmente iban los niños, mientras que las niñas, dentro de una sociedad culturalmente patriarcal, a penas, la pisaban y desde muy pequeñas realizaban las jeras caseras y el cuidado de otros herman@s.
También una de las razones por las que el efecto de la administración educativa impositora de la lengua estatal, y excluyente a la llengua tradicional como vulgar, germinó más entre los niños rapaces.
Junto a esto, también, los homes rurales en una sociedad patriarcal, eran los cabezas de familia que trataban y negociaban con la administración, y las personalidades con más influencia social, quedando quizás al margen los asuntos religiosos, que los cuidaba la mujer.
Estos son las mínimas muestras, de cómo una sociedad patriarcal, hacía también la función de arrinconar una llengua no solamente en la clase campusina, sino dentro de ella, a las muyeres campusinas y rurales.
Esto mismo, produce la identificación del patrimonio lingüístico con la opresión de la mujer en una sociedad patriarcal y machista.
Bien lo saben los filólogos, que al entrar en un pueblo para estudiar su habla, buscan como entrevistados principalmente a las mujeres, que normalmente son las que no salían del pueblo excepto en casos excepcionales de enfermedad, y que están menos influenciadas por la política lingüística y educativa de la administración, y que sufrieron a su vez, mayormente el analfabetismo y el abandono como sujeto activo y pasivo, en los asuntos sociales y políticos.
Para acabar quisiera agradecer y homenajear a las nuestras muyeres la riqueza llingüística que conservan con cariño y usan con amor. Son realmente el puntal fundamental de nuestra biblioteca cultural tanto local, comarcal, regional y universal, aunque ellas no se lo reconozcan.
Desgraciadamente, la lucha feminista nunca tuvo ni tiene cercanía con las características culturales de nuestra provincia, que pervivía principalmente en las muyeres rurales.
Guardianas de nuestro patrimonio lingüístico, no lo llevaron a la política activa, la exigencia orgullosa de nuestros y sus derechos civiles, sociales y culturales.
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