SHOLOJOV

Este autor olvidado, o mejor desconocido por la gente, debía ser tenido mucho mas en cuenta, especialmente en provincias como la de Zamora.
En sus obras como EL DON APACIBLE, CUENTOS DEL DON, CAMPOS ROTURADOS, trata de la vida de un pueblo como el cosaco, que vive a orillas del río Don en Rusia.
Pero a pesar de las diferencias que podría existir entonces entre una población campusina rusa de la región del río Don, y los rasgos que caracterizaban una población pequeño campesina de la provincia de Zamora.
Pero veamos los rasgos comunes entre ambas poblaciones, claramente, la población zamorana como la que retrata Sholojov en sus novelas y cuentos, es una clase social conservadora de costumbres, reacia a cualquier cambio radical, que pueda sentirlo ajeno, ante esto, ven los cambios sociales y posibles revoluciones que se realizaron como algo que podía provocar peligro a su estatus, por muy en decadencia social y económica se encontrase.
Claramente esta estudiado que entonces la población pequeña campusina, entiendase como tal aquellos pequeños propietarios de sus explotaciones, tierras, animales y aperos artesanales, que les daban lo mínimo suficiente para poder vivir, mejor dicho sobrevivir en una economía de autosuficiencia.
Pues esta autosuficiencia era producida además por una cuestión cultural, individualista de producir sus propios alimentos y satisfacción de sus necesidades fisiológicas, de vivienda y de vestimenta, todo provenía de la tierra, y de sus cultivos, ganados, con lo cual no necesitaban la moneda para sobrevivir, y por otra parte se podía conseguir a través del trueque lo que en algún momento no tenían a mano. Debido a esta forma de vivir, hacía que la sociedad rural no necesitase cambiar radicalmente, pues aunque toda su vida era vivir para trabajar, minimamente tenía sus necesidades satisfechas.
Aun así, necesitaba ir al mercado, esto siempre fue para el campusino un acontecimiento extraordinario, donde se aprovisionaba en grandes cantidades de productos que no podía conseguir de forma cercana como el aceite, la arroz, frutas como la naranja, claramente todos estos productos mediterráneos incompatibles con nuestro clima continental, pero innecesarios. Estamos hablando de cuestiones generales, pues dentro los parajes siempre había ciertos sitios que eran la excepción a la regla, con lo cual no podían producir en grandes cantidades para exportar a otras comarcas, entiéndase la excepción de Fermoselle con sus olivares, Cerezal con sus sofrerales, y poco más.
Al haber muy poco movimiento comercial, esto hacia que hubiese también poco movimiento de moneda para comprar y vender, con lo cual, el campusino tampoco estaba muy educado en el trato, para eso estaban los intermediarios, tratantes, que compraban y vendían la mercancía que producían sobrante los campusinos para venderla en las ciudades que cada vez eran más grandes, con más población necesitada de manutención.
Este tipo de producción de autoabastecimiento daba lugar a un individualismo acentuado en el propio carácter del campesin@, pues creaba su oportuna unidad de trabajo y consumo en el momento de establecer su propia familia, al casarse y tener sus hijos, con los cuales tanto el cónyuge como sus descendientes trabajaban para producir lo necesario para el consumo de toda la unidad familiar, que todavía se ampliaba aún mas al componerse esta como familia extensa, donde entraba otras generaciones como abuelos e incluso aunque no viviesen en la misma casa, herman@s y sus consortes. Siendo en el caso del prototipo de familia que describía Sholojov, una familia muy extensa en el que los padres acogía en su seno a los hijos, sus nueras y a los nietos en la misma casa.
Toda estructura socioeconómica daba lugar en consecuencia a una cultura bastante cerrada en si misma, con grandes dificultades de poder comprar e intercambiar cultura externa tanto por su lejanía, como por la falta de inversión pública en una administración educativa dentro del medio rural.
Esta forma caracterizada de obtención de los más necesario e imprescindible en base a la componente familiar, es como fundamento económico, de inserción social, educativo y de autoayuda e incluso solidaridad, dio lugar a un fuerte individualismo, en el que se pensaba que la situación socieconómica de cada uno dependía unicamente de sus propias capacidades y esfuerzo, sin tener en cuenta a penas en nada las condiciones político y económicas que ocurrían a su alrededor, y al cual reaccionaba minimamente como espectador que se dejaba llevar pasivamente por las circunstancias aunque le fueran en contra de sus intereses.
Esta falta de reacción viene muy en consecuencia de un tipo de trabajo siempre dependiente del tiempo, “de mirar al cielo” y esperar a la providencia.
Esto en el mejor de los casos, pues muchas veces, se justifica estas injusticias en base particularmente a la falta de adiestramiento y energía necesaria. Hay que tener en cuenta que esta agricultura está basada en la artesanía, donde las manos y la mente de cada cual era sabia para su propio oficio, muy distinto a la manufacturación industrial, donde los obreros trabajaban en cadena y sus conocimientos era muy parciales y especializados si acaso, pues al trabajar en cadena muchas veces no eran necesario para un trabajo mecánico, y ante colectivo en el que cada obrero es una pieza prescindible de una masa que junta si es necesaria para la elaboración de cualquier mercancía, pensada en destino a la producción mercantilista, en busca de beneficios capitalistas.
Toda esta falta de inversión pública tanto industrial como cultural en los pueblos originó que el pequeño campusino estuviese abandonado de cualquier política social que le hiciese participe de un colectivo y así promover la ruptura con el individualismo.
No estoy con esto en contra de la cultura tradicional, yo la defiendo y minimamente la equiparo a cualquier cultura urbana, pero el progreso se debe basar en la conservación de los aspectos positivos de lo tradicional y la adopción acogedora de los componentes positivos de lo moderno.
Claramente, el habitante rural se sintió atacado por los intentos de revolución social provocado en su mayoría en las grandes urbes, a espaldas del campesinado, ante lo cual muchas veces se une al hacendado con el que no tiene prácticamente nada en común a menos de su reacción ante lo nuevo, que para el latifundista-cacique lo ve peligroso para sus intereses políticos y económicos.
En otro gran libro, como PUERCA TIERRA de otro gran escritor, analiza sucintamente siempre mentando a CHAYANOV, en su libro LA ECONOMÍA CAMPESINA, trata este tema planteando como el pequeño propietario campusino se puede sentir mas cercano al grande y al capitalista, pues el mensaje que proclaman con más fuerza al tener mas poder de expansión comunicativa para convencer al campusino en busca de su apoyo, es la de acentuar el individualismo económico de este como un gran valor a preservar frente al posible gran peligro que podía suponer la revolución social que estaba naciendo, la cual al germinar dentro de la clase trabajadora sin apenas poder económico-propagandístico para expandirse, siempre le llegaba al campusino muchas veces de manera distorsionada, ante lo cual los poderes se aprovechaban para falsear a su antojo.
Hay una imagen muy nítida de un cartel que imprimía la CEDA, el partido de derechas en la segunda republica, en el que mostraba a una labrador sufriendo, tirando de un arao enganchado al xugu, azuzado por detrás en la espalda por un látigo agarrado por el Estado, y/o el comunismo. Encima de esta semeya una frase exhortando el peligro que supone para la libertad del campesino la política que estaba promoviendo el Estado en su momento, comparando esta a una nueva exclavitud.
En esto siempre fueron muy listos la iglesia católica que en cohabitación con los poderes económicos del momento, promovieron la creación de los sindicatos católicos agrarios, se deja muy claro en el libro “LOS SINDICATOS AGRARIOS CATÓLICOS” como se crearon para en principio luchar contra el peligro de revolución bolchevique, buscando bases sociales que no se dejasen convencer por esta.
Como se fundaron también en base a una potente estructura ideológica, económica que repartía favores, a través de los curas a personas ligadas al sindicato en contraposición con aquellos no relacionados con el.
También deja claro, como hubo un cierto intento por parte de la jerarquía católica de convencer a los terratenientes de facilitar a los campesinos pobres cierta posibilidad de ser pequeño propietario, con la esperanza bien fundamentada según sus análisis de conseguir fuerza de trabajo contraria a un posible convencimiento de la bondad de cualquier reforma agraria de distribución de la tierra y la riqueza, pues se sentirían amenazados en su capital según la propaganda capitalista. Claro está, que el proletario de la ciudad no tenía ese miedo, pues nada tenía de propietario de medios de producción, sólo tenía su fuerza de trabajo.
Ahora mismo, el campusino en gran parte, se está dando cuenta que el capitalismo si que le está haciendo verdaderamente peligrar su propia existencia.
Sholojov además de describir sencillamente las características del campesinado del río Don, muestra como reaccionaban ante la influencia del Estado soviético en sus distintas etapas históricas, como apoyaban a los blancos que luchaban contra la revolución de 1917, apoyada por las potencias extranjeras, reacción ante las requisas del su “comunismo de guerra”, y la reforma agraria a través de los koljos –colectividades agrarias-.
Expone sencillamente como los campusinos se dividieron y lucharon contrariamente unos a favor de la revolución y otros en contra, aunque deja bastante bien claro, como había una gran mayoría expectante a los acontecimientos que se podía efectuar como resultado de la contienda, la cual dividió a muchas familias y vecinos engendrándose enemigos muy difíciles de apaciguar.
En esta fase de guerra, presenta como muchos campusinos se encuentran desorientados entre la posible buenaventura de la novedad de justicia y mejora social tanto en lo económico como en la distribución de la riqueza y la tradición de una economía artesanal y de autosuficiencia desconfiada ante cualquier cambio colectivo que pudiese romper su individualismo familiar.
Según se declarase para un lado o para otro, así actuaba cada personaje que definía Sholojov a favor de la revolución bolchevique, apoyándola aunque fuese sin entorpecer las requisas de alimentos para las tropas, o entrando en el ejercito blanco contrarevolucionario apoyado por las potencias extranjeras.
Pero en medio, una gran mayoría que según en el momento o sitio donde se encontrase formaba parte en una fracción u otra, siguiendo simplemente lo marcado según quien mandase. En base a esto, los estados en sus guerras imperialistas siempre usaron sin problema alguno a los campesinos en su ejercito forzándolos a ir a tierras lejanas que no tenía nada que ver con su entorno, mientras los grandes interesados en estas guerras quedaban en casa al poder pagar el impuesto que se obligaba para evitar la leva.
Pero quizás, algo muy a destacar por los escritos de Sholojov es la reforma agraria llevada a cabo en la Unión Soviética dentro de su territorio natalicio como era la región regada por el Don.
Muestra como esta se hizo pensada desde la cúspide del poder, enviando delegados que la ejecutase. En el lugar de destino, era recibido con ciertas reticencias ante alguien desconocido, prejuiciado como un simple “señorito funcionario” sin experiencia agrícola ni deseo de aprender ni integrarse.
Estas personas “acogedoras” eran muy escasas y muy ligadas al partido bolchevique, con una fuerte disciplina de partido.
Para empezar intentantaba ante todo empatizar con los vecinos de la localidad, expropiando a los kulaks, en teoría grandes labradores, apropiándose sus medios de producción para promover la colectividad.
Así de alguna manera, conseguían con estas y otras medidas hacer participar a los campusinos en el destino y gestión del koljos.

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