LUCIO GARCÍA BLANCO: CÁRCEL DE TOPAS. 20/01/2013
REFLEXIÓN DE LUCIO GARCÍA
BLANCO.
CARCEL DE TOPAS. SALAMANCA.
20/01/2013
“…No sé si ya te había
comentado que el tema del materialismo dialéctico y materialismo histórico de
Stalin, nosotros lo habíamos catalogado de esquemático siguiendo la opinión de
Mao, pero posteriormente comprendimos que había sido éste el que se equivocó en
la cuestión de la unidad y la lucha de los contrarios. Pero hoy no me enrollaré
con el tema que es bastante complejo. Tienes razón al señalar que se trata de
una aportación fundamental del marxismo-leninismo, pero ésta sin las otras dos
partes, la economía política y el socialismo científico (la táctica y la
estrategia del proletariado) quedaría coja. Hay que estudiar las tres partes.
--------
No recuerdo muy bien lo que
te comentaba con anterioridad sobre el tema de la militancia comunista y el
llamado hombre nuevo. Pero pienso que luchar organizadamente contra el sistema
capitalista, con el propósito de echarlo abajo para levantar sobre sus
escombros una sociedad socialista de dictadura del proletariado, conlleva ir
transformándose uno mismo, interiormente en ese hombre nuevo comunista del que,
como dices, hablaba “El Che”, aunque también Lenin y otros comunistas. Creo que
se trata de un proceso más o menos largo en función de cómo se vayan cambiando
las cosas y de cómo vaya asumiendo cada uno la ideología y la moral comunistas.
Para el crecimiento interno de todo revolucionario, además de la lucha práctica
es fundamental el estudio del marxismo-leninismo. Y aquí conviene advertir de
que la ideología dominante en cualquier sistema socioeconómico, es siempre la
de la clase que detenta el poder; por lo que los propios obreros, estamos
bastante impregnados, aunque en diferentes medida de la ideología y moral
burguesa. Esta se nos impone desde todos los ámbitos de la vida social por la
fuerza de la sempiterna costumbre, y desde el monopolio estatal de los medios
de enseñanza, de prensa, TV, etc. Por ello, no resulta nada fácil desprenderse
de ella.
No obstante, luchar
constantemente por poner fin a la propiedad privada y la explotación del hombre
por el hombre, supone ya ir desprendiéndose del egoísmo y el interés
particular, así como el individualismo y el resto de los pilares de la moral y
de la concepción del mundo general que impera en el capitalismo. Esa entrega
consciente y abnegada pro la causa colectiva de nuestra clase, implica ya
sentir como propias todas sus conquistas laborales, sociales y políticas;
poniendo también como norte la solidaridad y la igualdad entre todos los seres
humanos trabajadores. El rechazo y el combate contra todo tipo de opresión,
injusticia y discriminación por razones de clase, de sexo como es el caso de la
mujer, de raza o cualquier otra.
Pero esa lucha y el
desarrollo del hombre nuevo comunista, sólo podrán ir avanzando en base a la organización
en torno a un programa y una línea política concretos y trazados de antemano,
que respondan a las condiciones específicas de cada país. En base a una
militancia consciente en el Partido comunista de vanguardia, orientada entre
otras tareas de concienciar y organizar a los trabajadores en torno a él,
combatiendo al mismo tiempo toda vía reformista u oportunista que
pretenda alejarnos de la senda revolucionaria. En ese sentido, en la
“Ideología Alemana” Marx y Engels señalan: “La incansable propaganda a que se
entregan entre sí, demuestran de modo suficiente hasta que punto no quieren
seguir siendo “los mismo de antes”, y por eso están resueltos a hacer que estas
circunstancias cambien en la primera ocasión. En la actividad revolucionaria,
el cambiarse coincide con el hacer cambiar las circunstancias”.
Es cierto que “El Che”
encarna por méritos propios esa abnegada entrega y la moral comunista el hombre
nuevo, al haber participado en la revolución cubana y, posteriormente, morir
con las armas en la mano intentando la rebelión popular en Bolivia. Se trata de
un gran ejemplo; pero tampoco podemos olvidar el que nos han legado los
clásicos del M-L y otros muchos comunistas. No obstante, es justo remarcar que
Ernesto Guevara era muy consciente del papel preponderante que debe jugar la
ideología, la política y la moral comunistas antes y después de la toma del
poder político, por los trabajadores, pero me tienes que perdonar el que no
utilice ninguna cita de él, porque no tengo aquí sus obras.
Una vez que se comenzó a
construir el socialismo en Cuba insistió reiteradamente en sus escritos sobre
la necesidad de impulsar esa ideología y moral comunistas, así como el
desarrollo de ese hombre nuevo que sólo piense en el progreso y bienestar
colectivo, con el propósito de ir avanzando para hacer realidad lo antes
posible la divisa comunista de trabajar según nuestra capacidad y recibir en
función de nuestras necesidades. Esto en contraposición a los que proponen
seguir poniendo en un primer plano en la sociedad socialista el incentivo
económico y el mero desarrollo de la economía. La historia de las experiencias
socialistas en la URSS y los paisas del Este de Europa es bien elocuente
respecto al fracaso e esta última visión.
La militancia en nuestro
partido, que supone en muchos casos tener que vivir en la clandestinidad,
enfrentarse a detenciones bajo la ley antiterrorista y la tortura, a numerosos
años de cárcel o incluso dejar la vida en el camino, creo que es una generosa
entrega a la causa del proletariado y las clases populares y, al mismo
tiempo, parafraseando el título de la novela del brasileño Jorge Amado, un
verdadero “subterráneo de la libertad”. Desde ese “subterráneo” es desde donde
nacen y se difunden las ideas, las denuncias políticas y el programa político
que no caben dentro de la legalidad fascista de excepción; al mismo tiempo que
se van viendo entre camaradas, simpatizantes y trabajadores unas relaciones y
valores bastante similares a las que se darán en el socialismo.
Otro de los espacios que el
colectivo de los presos políticos del PCE r y de los GRAPO, pudimos convertir
en una auténtica universidad de comunismo, fueron las comunas que en los
año 80 del pasado siglo establecimos en las cárceles de Soria y Zamora. A pesar
de las limitaciones propias del lugar pudimos desarrollar una rica vida
comunista. Allí se llevó a cabo una auténtica revolución cultural desde la que
se impulsaba la discusión política e ideológica, se daban cursos de marxismo,
se elaboraban cientos de escritos y algunos libros, se hacán actividades
culturales como teatro, música, etc.; combinándolo con la fabricación de
trabajos manuales que nos vendían los familiares y solidarios en la calle. Todo
ello organizado a través de un funcionamiento colectivo y tomando como base la
asamblea general. Pero no tardaron en darse cuenta de lo que significaba la
llamada por ellos “universidad del terrorismo”, y llegó nuestra dispersión y el
aislamiento por todas las cárceles del Estado.
Con el escrito del
“materialismo…” también me comentas el excesivo optimismo que expresábamos en
los 90 y la verdad es que tienes toda la razón en ello. Pecamos mucho de
subjetivismo, sobre todo valorando el nivel político que tenían las masas por
entonces. Aquello nos lo criticamos posteriormente, pero viendo las cosas con
la perspectiva de ahora, creo que debíamos haber profundizado en aquella
crítica; la realidad es que continuamos pecando de esa visión superoptimista, y
eso nos llevó a cometer errores de precipitación en el trabajo de organización,
y a poner más en riesgo nuestras escasas fuerzas. Deberíamos haber trabajado de
forma más metódica y con una perspectiva de más largo plazo, esto se hizo
bastante bien a principios de los 90, pero en cuanto nos vimos con unos núcleos
de militantes y simpatizantes, nos dio por pensar que nos podíamos comer el
mundo en dos días (dicho algo exageradamente) y llegó la precipitación, el
movimentismo y el espontaneismo, etc. Posteriormente criticamos todo esto y lo
corregimos pero ya estábamos muy débiles y con algunos errores que cometimos,
llegaron otra vez los palos. Todo esto está bien explicado en el debate y la
propaganda que hicimos después de las detenciones del 2002.
Comentários