Carta desde Zuera. Zaragoza. Isabel Aparicio Sánchez 10 nov. 2012


San Juan de la Cuesta

“…No sé si en las zonas rurales habrá más posibilidades para ir subsistiendo que en las ciudades, lo que está claro es que lo que se está imponiendo otra vez es la emigración. Recuerdo que en las recientes elecciones gallegas, los fascistas del PP se vanagloriaban de que en Galicia el paro juvenil era muy bajo; en realidad, lo que tenían que haber dicho es que el índice de jóvenes allí es muy bajo porque están emigrando en masa para “no romper la tradición”.
Lo que me reí hace unos días viendo en la tele al Ministro de Economía chileno analizando la situación en España. Debió ser toda una humillación para estos imperialistas de quinta fila (los españoles, digo) con aires de superpotencia, oírle decir a un chileno que su país tenía los brazos abiertos para todos los que quisieran ir allí a trabajar, es de suponer que gente cualificada, la fuga de “cerebros” está a la orden del día en España.
Hoy es domingo, ayer deje ahí la carta. Estoy en la celda, porque tengo baja médica por el catarrazo que tengo, el segundo en mes y medio, y a base de antibióticos, ¡qué hartura! Pero hoy no toca descansar, han montado aquí, en el módulo, la fiesta de la Hallowin, o como se escriba. La música en el patio está a tope, han venido hombres de otras tres módulos, todos de “respeto” como este. Esos módulos donde les premian dejándoles tener actividades que no están permitidas en otras (aquí hay 13 módulos, uno de ellos es de mujeres). Van a tener hasta aperitivos y bebidas que, por supuesto, han pagado los presos y, sobre todo, las presas, que son las anfitrionas. De todas formas, los hombres de los otros módulos que andan ahora mismo por el patio han sido seleccionados previamente y han sido muy pocas los elegidos. Pues eso, que la fiesta está en su punto álgido e incluye comida. Tiene guasa, esto es el “pan y circo” en un sitio en que, sin entrar ya en las connotaciones que tiene una cárcel y lo que representan estos “establecimientos”, os puedo decir que hasta la comida escasea. Tengo 58 años y a esta edad no se necesita una sobredosis de comida, pero todos los días, al mediodía y por la noche, no puede dejar de pensar en los cientos de chavales jóvenes y de hombres que hay aquí, y que están pasando hambre, pero hambre, a no ser que tengan dinero y puedan comprar en el economato o pedir por demandadero. Y eso no está al alcance de todos, eso seguro. Y eso que en esta cárcel tampoco se come demasiado mal, la comida no es mucha, pero es comible. Manolo dice que Aranjuez era mucho peor, eso lo pude comprobar yo cuando me llevaron para casarme. Y eso que sólo estuve dia y medio y no pasé mucho por el comedro, pero sólo ve lo que les daban a los niños me fue suficiente para hacerme una idea de cómo debía ser el rancho de los adultos. Claro que en Topas tampoco la comida era del otro mundo, pero le salvaban los potajes de legumbres que, en mi opinión, son una alimentación muy sana y que allí los había muy buenos.
Bueno, chicos, os voy a ir dejando, no hay manera de concentrarse en nada con este ruido del exterior, y eso que tengo la ventana cerrada. Y sin tapones para ponerme en los oídos… que, ahora mismo, sería como un kit de supervivencia… En fin…

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